¿Te has preguntado últimamente: “¿Por qué estoy tan cansada todo el tiempo?” Si la respuesta es sí, déjame decirte algo importante: no estás sola. Te hablo desde el corazón y la experiencia. Yo también he despertado muchas mañanas sintiéndome agotada incluso después de dormir, como si mi cuerpo fuera una batería vieja que ya no logra cargarse al 100%. Es frustrante, lo sé. A veces una piensa que tal vez es flojera o “cosas de la edad”, pero en realidad ese cansancio constante tiene causas reales y, lo más importante, tiene soluciones. Quiero que te imagines que estamos tú y yo, con una taza de café o té, hablando sinceramente sobre este tema. Porque entiendo por lo que estás pasando y juntas vamos a descubrir por qué nos sentimos así y qué podemos hacer al respecto.
No eres la única (y no es “solo cosa tuya”)
Primero, respira hondo y quítate la culpa de encima. Ese cansancio persistente que sientes no significa que seas débil ni perezosa. De hecho, es increíblemente común en nosotras las mujeres a partir de los 40. La realidad es que muchísimas mujeres de nuestra edad se sienten igual. Según datos recientes, el 68% de las mujeres experimenta fatiga intensa después de los 40 años, a menudo ligada a los cambios de la menopausia. ¡El 68%! Eso son más de la mitad. Así que, por favor, nada de pensar “debo ser yo, que no hago lo suficiente”.
Nuestro cuerpo a los 40 y 50 atraviesa cambios profundos –hormonales, metabólicos, emocionales– que nos pueden dejar sin energía. Es como si de pronto alguien hubiera bajado el “dimmer” de nuestra luz interior. Yo recuerdo mirarme al espejo con ojos cansados y pensar: “¿Qué me está pasando? Antes podía con todo y ahora arrastro los pies…”. Sentía que cargaba un saco de piedras invisible todo el día. Si te sientes así, necesitas saber que es válido sentirse agotada. Tu cuerpo está tratando de decirte algo, y merece toda tu compasión y atención.
Cambios hormonales después de los 40: el efecto “montaña rusa”
Una de las respuestas grandes al ¿por qué estoy tan cansada todo el tiempo? está en nuestras hormonas
Alrededor de los 40 comenzamos con la perimenopausia (los años previos a la menopausia) y luego la menopausia. Es una verdadera montaña rusa hormonal. Nuestros niveles de estrógeno y progesterona suben y bajan de forma impredecible, y esto afecta todo el cuerpo. ¿El resultado? Nos sentimos diferentes. Imagina que tus hormonas eran como el aceite de un motor: ayudaban a que todo funcionara suave. Cuando ese aceite empieza a escasear, el motor se resiente. Muchas mujeres describen esta fatiga como si alguien les hubiera robado las pilas de un día para otro.
No es tu imaginación: los médicos han observado que los cambios hormonales pueden disminuir la capacidad de las células para producir energía. En términos científicos, el estrógeno solía proteger nuestras “fábricas de energía” celulares (las mitocondrias), y al bajar el estrógeno esas fábricas empiezan a operar más lento.
En palabras simples, es como si tu cuerpo antes tenía una chispa extra y ahora esa chispa se debilitó. Un gran estudio sobre la salud de la mujer midió este efecto y encontró que alrededor del 85% de las mujeres en menopausia reportaron fatiga intensa. Sí, 85% – prácticamente todas nos sentimos agotadas en mayor o menor medida durante esta etapa. Esto me hizo sentir menos loca cuando lo descubrí: hay una razón física detrás de tanto sueño y cansancio.
Además, la perimenopausia a veces viene con periodos menstruales irregulares o muy abundantes, lo que puede dejarte con baja de hierro (anemia) sin que te des cuenta. ¿Sabías que una deficiencia de hierro puede hacerte sentir exhausta? Tiene sentido: el hierro ayuda a llevar oxígeno a nuestras células; sin suficiente hierro es como si a tu cuerpo le faltara combustible. De hecho, los ciclos irregulares pueden provocar deficiencias de hierro que se asocian a la fatiga. Si todavía menstruas y notas tu regla distinta, habla con tu médico para chequear tus niveles de hierro. Algo tan sencillo como un suplemento de hierro o cambios en tu dieta podría devolverte parte de la energía perdida.
Hablando de dieta, también es clave apoyar a tu cuerpo durante estos cambios. Por ejemplo, obtener suficiente magnesio, vitaminas B y omega-3 puede ayudar a tu metabolismo energético. Y una alimentación equilibrada como la famosa dieta keto, llena de grasas buenas y saludables, protiena real, verduras verdes, es ideal para mantener una energía constante durante el día.
Piensa en esto: tu cuerpo es como un auto de alta gama a esta altura de la vida – ya no le funciona cualquier gasolina. Necesita buen combustible para rendir. Si le damos comida chatarra o nos saltamos comidas, es como intentar andar con el tanque vacío o con combustible de mala calidad, y terminamos más cansadas.
Cuando el cansancio viene de la salud: tiroides y otros factores físicos
A veces, ese agotamiento constante tiene nombres y apellidos médicos. No quiero asustarte, pero es importante que consideremos otras causas físicas que pueden estar escondidas detrás de la fatiga, sobre todo si sientes que es demasiado, que no mejora con nada. Uno muy común en mujeres de nuestra edad es el hipotiroidismo. ¿Has oído de la tiroides? Es una glándula en el cuello que regula el metabolismo, como el “termostato” de nuestro cuerpo. Si la tiroides anda lenta (hipotiroidismo), todo el cuerpo va en cámara lenta. El cansancio y la somnolencia son de los síntomas más habituales del hipotiroidismo.
Muchas mujeres tienen hipotiroidismo sin saberlo, y su frecuencia aumenta a partir de los 40 años.
La buena noticia es que es fácil de diagnosticar con un análisis de sangre y tiene solucion. Si además del cansancio notas otros signos como piel seca, caída de cabello, aumento de peso injustificado o mucho frío, valdría la pena que consultes sobre tu tiroides.
Otra posible causa es la anemia, de la que ya hablamos un poquito con el tema del hierro. Las mujeres podemos ser propensas a la anemia por años de menstruaciones, partos, etc. Una anemia leve puede hacernos sentir débiles, mareadas y agotadas todo el tiempo. Nuevamente, un examen sencillo de sangre lo detecta y con suplementos o cambios en la alimentación (más viscderas, huevos, espinacas, carnes rojas , etc.) se soluciona.
No podemos olvidar mencionar, aunque sea poco frecuente, que a veces el cansancio extremo puede ser una señal de alerta de algo más serio. Por ejemplo, problemas del corazón: varias investigaciones han demostrado que en las semanas previas a un ataque cardíaco, muchas mujeres experimentan un cansancio extremo sin causa evidente. Impresionante, ¿verdad? Si tu fatiga es muy persistente y viene acompañada de otros síntomas extraños (dolor en pecho, falta de aire, palpitaciones irregulares), escucha a tu cuerpo y busca ayuda médica. Es probablemente que no sea nada grave, pero nunca está de más descartar. Tu salud es lo primero.
En resumen, respecto a la parte física: vale la pena hacerse un chequeo si llevas mucho tiempo agotada. Realizarte examenes para buscar causas ocultas –desde la tiroides, anemia u otras deficiencias, hasta revisar medicamentos que estés tomando (algunos fármacos tienen como efecto secundario la fatiga). No es exagerado pedir ayuda profesional; al contrario, puede darte tranquilidad saber que todo está bien, o darte soluciones concretas si encuentran algo.
El peso del estrés y las emociones en tu energía
Ahora hablemos de algo que a veces pasamos por alto: nuestras emociones y mente. A los 40 y tantos, muchas de nosotras llevamos una vida llena de responsabilidades: el trabajo, la familia, quizás cuidando hijos adolescentes o padres mayores, preocupaciones económicas... Es como si cargáramos una mochila invisible repleta de tareas y preocupaciones. Ese estrés crónico es un ladrón sigiloso de energía. Estar bajo estrés constante es como tener el pie en el acelerador todo el día: tu cuerpo está en alerta y gastando combustible sin parar, hasta que de pronto te quemas (burnout).
Yo recuerdo días en los que mentalmente estaba tan abrumada que solo quería llorar de cansancio.
El estrés emocional no solo quita el sueño, también se manifiesta físicamente con agotamiento.
La ansiedad y la depresión también pueden presentarse alrededor de esta edad, a veces ligadas a los mismos cambios hormonales o a las circunstancias de la vida. Y ojo, porque la fatiga puede ser tanto causa como consecuencia de estos estados de ánimo. Es un círculo vicioso: si estás deprimida, no tienes energía ni ganas de nada; y a la vez sentirte siempre cansada puede hacerte sentir triste o desesperanzada. Los expertos señalan que la fatiga a menudo está vinculada con problemas emocionales como ansiedad, depresión, duelos o estrés personal. Todo está conectado: mente y cuerpo.
Si sospechas que tu agotamiento viene acompañado de tristeza profunda, falta de interés en lo que antes disfrutabas, o mucha inquietud y preocupaciones, no lo minimices. Hablar con un profesional (un psicólogo, un terapeuta) puede darte herramientas para manejar esas emociones. A veces pensamos “es que tengo que ser fuerte”, pero buscar apoyo es un acto de valentía y amor propio.
Yo en lo personal encontré mucha ayuda en la terapia cuando mi estado de ánimo estaba en el suelo; fue como quitarme un velo oscuro y, al sentirme mejor emocionalmente, poquito a poco también recuperé algo de energía.
También hay técnicas que puedes probar por tu cuenta para manejar el estrés del día a día. Por ejemplo, la meditación mindfulness o la relajación. Te confieso que al principio yo era escéptica –¡no soy precisamente una monja zen!– pero darle unos minutos al día a respirar profundo y estar presente hizo una diferencia en mi nivel de cansancio.
La ciencia respalda esto: un estudio publicado en el Journal of Women’s Health demostró que practicar meditación de atención plena de forma regular disminuye notablemente la fatiga y otros síntomas en mujeres durante la menopausia.
En otras palabras, aprender a calmar nuestra mente sí ayuda a que el cuerpo se sienta con más energía. No necesitas nada complicado: puedes empezar sentándote en un lugar tranquilo, cerrando los ojos, y enfocándote en tu respiración 5-10 minutos al día. Al principio cuesta, la mente se distrae (¡piensas en la lista del súper, en mil cosas!), pero con práctica se vuelve más fácil. Es como darle un “respiro” literal a tu cerebro, que también está agotado de tanto estímulo y preocupación.
¿Y qué hay de los hábitos diarios? Pequeños cambios, gran diferencia
Hemos hablado de hormonas, de salud y de emociones. Falta ver un aspecto igual de importante: nuestro estilo de vida cotidiano. A veces, sin darnos cuenta, algunos hábitos están saboteando nuestra energía. La buena noticia es que haciendo pequeños cambios diarios podemos sentir mejoras notables.
Te cuento algunos puntos clave que he aprendido (a veces a la mala) en este camino:
- Dormir bien es sagrado: Puede sonar obvio, pero muchas seguimos sacrificando horas de sueño por hacer más cosas en el día. O quizás intentas dormir pero te despiertas a las 3 a.m. con la mente corriendo. Dormir mal es como no cargar el celular por la noche: te levantas con la “batería” a medias. Procura establecer una rutina: acostarte y levantarte a la misma hora, en un ambiente oscuro y tranquilo. Evita la cafeína y las pantallas antes de dormir (lo sé, es tentador revisar el teléfono en la cama, pero la luz azul le dice a tu cerebro que siga despierto). Si las noches son complicadas por sofocos u otros síntomas, prueba técnicas de relajación antes de acostarte – un baño tibio, leer un libro (de papel, no pantalla), respiraciones lentas. Prioriza tu descanso como priorizarías el de un ser querido enfermo, con ese mismo cariño. Tú lo mereces.
- Movimiento = energía: Cuando estamos cansadas todo el tiempo, suena contradictorio hacer ejercicio. Yo misma pensaba: “¿Cómo voy a hacer ejercicio si apenas tengo fuerza?”. Pero mira, el cuerpo es sabio: para generar energía, necesita moverse. La actividad física regular en realidad mejora el sueño y reduce el estrés, lo que termina aumentando tu energía con el tiempo.
No tienes que matarte en el gimnasio; empieza con algo amable: caminatas al aire libre, estiramientos, yoga suave, baile en la sala de tu casa (¡poner tu música favorita y moverte cuenta!). Verás que poco a poco ese movimiento funciona como cuando recargas un motor: la circulación mejora, llegan más endorfinas (hormonas de bienestar) y hasta tu estado de ánimo sube. En lo personal, empecé caminando 15 minutos al día porque era lo único que podía, y ahora ese rato de caminata es sagrado para mí. Me despeja la mente y me mantiene activa sin agobiarme. Casi cualquier persona, a cualquier edad, puede hacer algo de ejercicio adaptado a sus posibilidades. Encuentra una actividad que disfrutes, aunque sea suave, y conviértela en un hábito. Tu yo cansada te lo agradecerá.
- Aliméntate para nutrir, no solo por llenar: Ya mencionamos la importancia de una buena dieta, pero vale reforzarlo. Lo que comes es literalmente el combustible de tu cuerpo. Si pasas muchas horas sin comer o comes principalmente azúcar y ultra-procesados, vas a tener subidones y bajones de energía muy marcados. Seguro has sentido esa “montaña rusa” después de un café con pan dulce: te da el subidón y luego ¡pum!, caída libre de energía. Intenta balancear tus comidas: incluye proteínas reales (cane roja, huevos, higado), grasas saludables (aguacate, aceite de oliva, mantequilla ghee) y carbohidratos complejos (vegetales verdes, camote, platano verde) que te den energía sostenida. Y algo súper importante: hidrátate. A veces la fatiga es síntoma de deshidratación; aunque no lo creas, incluso una deshidratación leve puede hacerte sentir decaída y con dificultad de concentrarte. Toma agüita durante el día, aunque sean sorbos frecuentes.
- Cuidado con la cafeína y el alcohol: Muchas recurrimos al cafecito para despertar (¡cómo no, si parecemos zombis en la mañana!). Un café en la mañana está bien, incluso dos quizá, pero ten ojo con consumir cafeína en la tarde o noche porque puede interferir con tu sueño sin que lo notes. Lo mismo con el alcohol en la noche; aunque una copita de vino pueda relajarte al inicio, el alcohol fragmenta el sueño más tarde y te levantas más cansada. Mejor evita su consumo.
En mi caso, reemplacé el café de la tarde por té de hierbas y me costó (extrañaba esa tacita para seguir funcionando), pero noté que dormía mejor y al final del día estaba menos agotada mentalmente.
- Date permisos y pide ayuda: Vivimos en una cultura que aplaude ser “súper mujer”, hacer mil cosas a la vez, atender a todos menos a nosotras mismas. Quiero que algo te quede muy claro, amiga: descansar no es ser inútil. Si tu cuerpo te pide a gritos un respiro, escúchalo. Está bien decir “hoy no puedo con todo” y enfocarte en lo básico. Está bien acostarte 30 minutos con los ojos cerrados al mediodía si tu jornada lo permite. Organizar tus responsabilidades de manera más equilibrada no es flojera, es inteligencia y amor propio. Y si te sientes abrumada con todo lo que tienes que hacer (casa, trabajo, familia), pide ayuda. Delegar tareas, hablar con tu pareja o hijos para que colaboren más, apoyarte en tu red de amigas o familiares, todo eso puede aliviar esa carga mental enorme que llevas. A veces solo pensar en todo lo que tenemos pendiente ya nos agota. No tienes que poder con todo tú sola, ¿sí? Eres humana, y mereces apoyo y descanso.
Un abrazo de esperanza (y una invitación personal)
Hemos recorrido juntas muchas posibles causas y soluciones para ese cansancio crónico. Si has llegado hasta aquí, quiero que por un momento te imagines dándote a ti misma un abrazo, como harías con una amiga querida que está exhausta. ¡Qué importante es tratarnos con la misma bondad! Entender por qué estás tan cansada todo el tiempo es el primer paso para recuperar tu energía, pero no el único. La esperanza está aquí: puedes volver a sentirte viva, despierta, con ganas. Tal vez no como a los 20 (seamos reales, el cuerpo cambia), pero sin duda mucho mejor que ahora.
Yo logré salir de ese túnel de fatiga en el que estaba, poco a poco, haciendo cambios en mi vida y sobre todo escuchándome. Y quiero de todo corazón que tú también lo logres.
Precisamente por eso, porque sé lo difícil que es vivir así arrastrando los días, creé una guía llamada “Adiós a la Fatiga”. En esa guía volqué todo lo que aprendí en mi camino para recuperar mi vitalidad: desde consejos de alimentación que de verdad funcionan (explicados paso a paso y con palabras simples), hasta rutinas suaves de movimiento, técnicas de manejo del estrés y tips diarios para decirle adiós a ese agotamiento que nos roba la alegría. Es una guía hecha con muchísimo cariño y pensando en mujeres como nosotras.
No te imaginas la ilusión que me haría que la conozcas y que te sirva. 💕 Te invito, suavemente y desde el alma, a que le des una oportunidad a tu bienestar. Mereces sentirte bien, mereces despertarte con energía y sonreír porque el cansancio ya no controla tu vida.
Si te sientes identificada con todo lo que te he contado, te animo a dar ese pasito: conoce la guía “Adiós a la Fatiga” y descubre cómo juntas podemos recuperar tu vitalidad.
A veces, con la orientación adecuada y un empujoncito amoroso, el camino se hace más llevadero. Estoy aquí contigo en espíritu, apoyándote.
Recuerda: no estás sola en esto y sí es posible volver a sentirte llena de vida. Este cansancio crónico no tiene por qué ser tu “nueva normalidad”. Hagamos que sea solo una etapa que quedará atrás. Confío en ti y en tu fortaleza, y deseo de corazón que muy pronto puedas decir “por fin me siento como yo de nuevo”. ¡Ánimo, hermosa, que tu energía y tu luz interior volverán a brillar! 🌟
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Fuentes confiables: Algunas ideas y datos compartidos aquí provienen de investigaciones y expertos en salud de la mujer, como el National Institute on Agingnia.nih.govnia.nih.gov, estudios publicados en Journal of Women’s Healthumawell.fr, datos estadísticos sobre menopausia y fatigaumawell.fr, así como información médica sobre hipotiroidismocun.es.
Todas estas fuentes respaldan lo que te cuento: tu cansancio tiene explicación y hay caminos para superarlo. Si deseas profundizar o consultar estos datos, allí te dejo las referencias. Ahora la pelota está en tu cancha: cuídate, quiérete y toma acción pasito a pasito. ¡Tú puedes! 🥰
Con amor y Gratitud
Regy
Farmaceutica-Keto.
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